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Día de todos los Santos…

Por César Omar @mbacesaromar

 

Ayer hablamos de la pagana celebracioón del Halloween o noche de brujas. Mañana haremos lo propio con el festejo del día de los muertos, Patrimonio Cultural Inmaterial o Intangible de la Humanidad, declarado por la Unesco desde el año 2003. Hoy, 1 de Noviembre, se encuentra marcado en el calendario cristiano como el día de todos los Santos.

Es un festejo religioso en el que se conmemora el calvario, sacrificio y legado de los “consagrados a Dios”. Se aglutina así a todos y todas quienes mediante su ejemplo en vida trascendieron en la historia. En otras palabras, se incluyen todos aquellos que no poseen un día en específico dentro del calendario católico.

Sus orígenes comienzan en el siglo IV D.C. debido a la gran cantidad de mártires en la iglesia de entonces. Personas comunes y corrientes que entregaron su vida a un ser superior en unas épocas en las que el politeísmo era practicado desde siglos atrás. Majestuosos imperios como Egipto, Grecia y Roma eran fieles devotos a múltiples deidades, dando sentido así a los enigmáticos misterios de la naturaleza como el sol, la guerra, el campo, el océano, la fertilidad, la inteligencia, entre muchos otros. No es de extrañar que al proponer un dogma de fe en el que solamente una entidad fungía como ser único y celestial causara revuelo entre los paganos practicantes de dichas poderosas civilizaciones.

Fue así como el máximo representante de la fe católica, el Papa Bonifacio III, en el año de 609 D.C., fija la festividad de todos los Santos en el quinto mes del año. Un año más tarde, el 13 de Mayo del año 610, su sucesor, Bonifacio IV, dedicaría el Panteón Romano al culto cristiano.

Pero no sería sino hasta el mandato de su Santidad, Gregorio IV, en que se trasladaría la fiesta al 1 de Noviembre para contrarrestar la celebración pagana del “Samhara” (Halloween) que tiene lugar la noche del 31 de Octubre. A partir de entonces se extendería dicha tradición a toda la iglesia conocida y por establecerse posteriormente alrededor del mundo.

Existe la creencia de que solo unos pocos seres pueden alcanzar la divina santidad, sin embargo, basta con analizar las vidas de quienes han pasado por dicha gracia para darse cuenta de que son personajes de carne y hueso, con debilidades y flaquezas, con errores y excesos. La diferencia en sus vidas sucede cuando se dan cuenta de que son llamados a las filas de la caridad, de la bondad, del reino de Dios. Es entonces que dan un vuelco, un giro de timón para reconducirse por el camino de la verdad y la vida, siendo así fieles instrumentos de fe.

Santidad es estar en presencia de Dios, por tanto, abarca no solamente a los consagrados sino a todas aquellas almas que pudieron alcanzar “gracia plena o la vida después de la muerte”, esto incluye a los difuntos que pasaron del purgatorio al cielo y por supuesto a quienes llegaron directamente al máximo pedestal celestial al morir. Todos podemos ser santos, todos podemos llegar a ser parte de esta ancestral celebración.

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